Martinillo
También conocido como Martín, fue otro intérprete indígena fundamental durante la conquista del Perú. Originario de la región norte del imperio incaico, Martinillo fue capturado en las primeras incursiones españolas y llevado a Castilla aproximadamente en 1533. Allí recibió instrucción en la lengua castellana y fue bautizado, regresando posteriormente al Perú con un dominio considerable del idioma español. Su rol destacó durante la guerra civil entre los conquistadores, sirviendo como intérprete principal para Diego de Almagro. Las crónicas de Pedro Cieza de León mencionan su participación crucial en negociaciones delicadas entre facciones españolas enfrentadas, así como en diálogos con líderes indígenas, contribuyendo significativamente a la expansión territorial española. A diferencia de Felipillo, Martinillo gozó de mejor reputación entre los cronistas españoles, quienes destacaron su fidelidad y precisión en las traducciones. Tras la derrota de Almagro, este consiguió integrarse en la nueva administración colonial, obteniendo tierras como recompensa por sus arduos servicios. Algunas fuentes señalan que llegó a ser propietario de una encomienda pequeña, un caso excepcional para un indígena durante este período.
¡Curiosidad!
Aunque Guamán Poma de Ayala –quien no estuvo presente en el acto– en uno de sus dibujos identifica a Felipillo como el que trata de explicar al inca lo que dice el sacerdote español, otras referencias históricas señalan que fue Martinillo quien tuvo a su cargo esa labor.
Varios cronistas contemporáneos coinciden con Poma de Ayala y señalan que el intérprete de aquella trágica tarde fue Felipillo. Son los casos del Inca Garcilaso de la Vega, Juan Diez de Betanzos y Antonio de Herrera.
Sin embargo, el historiador Juan José Vega afirma que el intérprete que actuó con el padre Valverde en Cajamarca fue Martinillo. Ratifica así lo escrito por Miguel de Estete, quien oficiaba de secretario de Pizarro y estuvo presente en el acto.
La misma versión es ofrecida por diferentes testigos presenciales como Francisco de Jerez, Pedro y Hernando Pizarro, y Diego de Trujillo.
Antes de ese hecho, relatos de la época afirman que luego de ingresar a la ciudad de Cajamarca, el 15 de noviembre de 1532, Pizarro ordenó a Hernando de Soto y a su hermano Hernando Pizarro que se dirigieran a Pultamarca (Baños del Inca) e invitaran a Atahualpa a cenar esa noche, con la idea de tomarlo preso en ese acto. Pero el inca pospuso la cita para el día siguiente.
Los primeros en presentarse por parte de los españoles fueron Hernando de Aldana, el 'lengua' (intérprete) Martinillo y fray Valverde.

En un importante trabajo sobre Martinillo de Poechos, el historiador José Antonio del Busto dice que Pedro Pizarro, sobrino del conquistador, no marchó con este a Cajamarca y permaneció en San Miguel de Tangarará, la primera ciudad española fundada por Pizarro. Los relatos que hace el cronista Pizarro del viaje de los españoles a la recién fundada ciudad se los contó Martinillo, con quien le unía una gran amistad.
El mismo Pizarro relata que fue Martinillo quien tradujo la conversación violenta y tirante entre Atahualpa y Hernando Pizarro, y el diálogo entre Atahualpa y Valverde.
Martinillo era sobrino del curaca tallán Maisavilca, quien se lo obsequió a Pizarro cuando este y sus hombres llegaron a Poechos, y adoptó ese nombre y el apellido Pizarro. Aún no se ha establecido de manera definitiva si Maisavilca era un cacique local o uno impuesto por el incario, pero dado su rango social, debía hablar quechua con fluidez. Martinillo debió criarse en un entorno quechuahablante.
En su estudio Hombres de Cajamarca, en el que analiza las biografías de los conquistadores presentes en la captura de Atahualpa y hace un estudio sociológico de su procedencia, el historiador James Lockhart dedica algunas páginas a los intérpretes indígenas, y destaca el papel importante que Martinillo cumplió en los diálogos que tuvieron los españoles con Atahualpa, por lo que le correspondió una parte del rescate.
En efecto, en la relación de Pedro Sancho figura Martín Pizarro (Martinillo) con 135 marcos de plata y 2,330 pesos de oro, como si fuera un soldado de infantería español.
Francisco Pizarro le tomó gran cariño a este 'ahijado' y servidor suyo por lo listo e inteligente que era y por haber adoptado su apellido.
En cambio, Pedro Pizarro no figura en el reparto, y se dice que su tío Francisco, como apoderado, cobraba su parte y se la reservaba.
Después de la muerte de Atahualpa, Felipillo fue a parar a la comitiva de Almagro y Martinillo a la de Pizarro, dándole una nueva dimensión a la rivalidad existente entre ambos intérpretes: la de las guerras civiles españolas. Es aquí donde nuevamente el camino de uno y otro traductor diferirán por completo (Felipillo se sumaría a la rebelión de Manco Inca y moriría descuartizado en Chile).
Martinillo se convertiría en un fiel seguidor de los Pizarro, a quienes serviría en las buenas y en las malas. Gracias a ellos, obtendría hacienda y detentaría un respetado cargo vinculado con su oficio de intérprete: se casaría con una señora española; llegaría a tener un esclavo negro a su servicio, y adquiriría el nombre de 'don Martín', apelativo reservado a los curacas y jefes.
Su caída en desgracia coincidiría con la derrota y muerte de Gonzalo Pizarro.