¡Entendamos!


La conquista del Perú, comprendida entre los años 1532 y 1570, bajo el liderazgo de Francisco Pizarro, no se trató solamente de una intervención militar por parte de los expedicionarios españoles, como sería sencillo de suponer, sino también un fenómeno de interacción e intercambios lingüísticos y culturales en el que aparecería, en ambas partes, una figura clave pero frecuentemente invisibilizada en la historiografía tradicional: el intérprete. 


¿Qué es un intérprete?

También conocidos como "lenguas" en la documentación colonial (Varela, 2014), desempeñaron un papel fundamental en la mediación entre ambos grupos, en la medida en que facilitaban la comunicación en escenarios clave como negociaciones políticas, juicios, catequesis y la imposición posterior del dominio colonial. No se trataba simplemente de traductores, sino negociadores culturales cuya labor influía directamente en la negociación de alianzas, la imposición de normas y la evangelización.

 

En el marco de los procesos de evangelización, dado que los misioneros españoles no dominaban las lenguas andinas, dependieron de traductores nativos para transmitir los principios del cristianismo a la población indígena. Sin embargo, este proceso no se limitó a la mera traducción, sino que implicó una reinterpretación conceptual de los dogmas cristianos dentro de marcos de referencia andinos, lo que generó fenómenos de sincretismo religioso (MacCormack, 1991). Como señala Estenssoro (2015), la traducción de términos religiosos no fue solo un ejercicio lingüístico, sino que implicó la reconfiguración de sistemas completos de pensamiento y creencias. 

Sincretismo religioso:

El sincretismo religioso en los Andes no fue simplemente una mezcla accidental de creencias, sino una estrategia cultural activa a través de la cual los pueblos indígenas incorporaron elementos cristianos en sus sistemas de creencias, otorgándoles nuevos significados y contextos y los evangelizadores permitieron estos procesos como estrategias que facilitaran el proceso evangelizador. Este sincretismo no solo se limitaba únicamente a la incorporación de símbolos cristianos, sino que también reflejaba la capacidad de los pueblos indígenas para transformar esos elementos según sus propias cosmovisiones. Canclini (1990) define el sincretismo como un proceso de fusión de tradiciones culturales, especialmente en un contexto colonial, donde la jerarquía entre las culturas de contacto influía en cómo se generaban y resignificaban las nuevas formas simbólicas. No solo fue una adaptación, sino una respuesta activa y estratégica para preservar creencias frente a la imposición de un modelo religioso colonial.

Historia de América Latina I
Isaac Campero García
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